La intención consciente compartida (a dónde quiere ir el grupo) es uno de los pilares básicos en la mayoría de los proyectos grupales. Establecer, desarrollar y mantener tal intención requiere tanto un esfuerzo inicial como una atención continua más adelante. Esto asegura un buen “camino” y sirve como una medida de los objetivos alcanzados. Las intenciones en proyectos grupales pueden ser sutiles (espirituales) o prácticas (materiales).

Las intenciones definen qué personas serán incluidas y cuáles excluidas, en función de las motivaciones personales de cada una. Esto es natural, ya que cada proyecto incorpora ciertas características básicas (por ejemplo, qué de cerrada está la comunidad, si se permiten animales, cuál es la política sobre comer carne, etc.), ese es el filtro que determina qué tipo de personas atrae el proyecto y cuánto se identifican con el proyecto.

Cuando se habla de varios aspectos y procesos que tienen que ver con la intención, la primera capa es la intención personal de unirse (o comenzar) un proyecto. La intención personal influye en las contribuciones individuales al grupo. Por lo general, se trata de satisfacer necesidades y deseos personales, por ejemplo, amistad, trabajo significativo, cambio de condiciones de vida, curación de heridas de relaciones pasadas, etc. Las intenciones personales abren oportunidades para la construcción de la comunidad, cosa que a menudo no se reconoce suficientemente.

La segunda capa tiene que ver con intenciones compartidas y orientadas a la comunidad.
Esta capa a menudo se expresa como visión, misión y objetivos. Además de estos tres conceptos, muchos otros son utilizados por varios grupos, tales como: metas, valores, objetivos. Las intenciones claras transmiten un mensaje claro a posibles aliados, miembros, socios, donantes, etc., y ayudan a comprender de qué se trata realmente el proyecto.

La intención define además el posicionamiento del proyecto en la sociedad. ¿Cómo se ve el proyecto en relación con la sociedad que lo rodea? Por lo general, los proyectos exitosos se construyen a través de alianzas con diversas partes interesadas, tanto con proyectos afines como con diversas personas, grupos e instituciones.

Al referirse a un grupo que se asemeja a un microcosmos de una célula viva, que necesita una de membrana para mantener unidos a todos sus elementos y permitirle preservarlo como una entidad única. La membrana confiere a cada célula su identidad al separarla del entorno y permitir su intercambio permitiendo que la información, los nutrientes y las excretas entren y salgan, gracias a su estructura osmótica. Del mismo modo, un proyecto de grupo necesita una membrana para mantenerlo unido en las diferentes fases de su existencia, especialmente en tiempos de dificultad y conflicto. En nuestra experiencia, uno de los pasos más útiles que puede dar un grupo para asegurarse de que la luz brillará incluso en los tiempos más oscuros,  es crear un conjunto de documentos que describan y confirmen la identidad transpersonal del grupo, vinculando a la gente más allá de la personalidad.

Éste debe incluir documentos con diferentes niveles de abstracción y marcos temporales, que van desde los más abstractos, generales y de largo plazo (visión), a los más concretos, definidos y locales (misión), y de ahí hasta los más detallados, prácticos y definidos en el tiempo  (metas), y finalmente hasta las actas de la reunión que describen cómo se implementará cada acción individual (plan de acción: qué, quién, cuándo y dónde). Los estatutos legales también pertenecen al conjunto de documentos y deben alinearse con el resto de documentos principales tanto como sea posible.
Todos estos documentos están interconectados como pasos en una escalera o genes en la cadena de ADN.
Se reflejan en estructuras y prácticas y conducen de regreso a la intención fundacional.

Para asegurarnos de que estas partes elementales de la membrana del grupo realmente se comparten y se perciben como comunes, es importante crearlas en un proceso participativo. Además, también es importante discutirlas, revisarlas y darles a las personas un espacio para incluir sus perspectivas individuales, intenciones personales y compromisos.

Finalmente, debemos reconocer que un proyecto de grupo es como un organismo vivo con su propio metabolismo interno y ciclo de vida. Pasa por fases de nacimiento, niñez, adolescencia, madurez, vejez y, sí, también la muerte.