Identidad de grupo y el “espíritu comunitario”

El sentido de pertenencia es una necesidad humana fundamental y, por lo tanto, un fuerte motor para formar grupos. Uno de los primeros desafíos para cualquier grupo joven es comenzar a formar su propia identidad y compartir el espíritu comunitario. El proceso de integrarse en un grupo y la transición del Yo a Nosotras es algo que necesita tiempo; Pero también se necesita entender lo que está sucediendo en las personas y cómo el colectivo puede facilitar este proceso. Crear una identidad común es una tarea que requiere creatividad, claridad, visión y perseverancia

Tradicionalmente, en la mayoría de las culturas, la identidad colectiva se construye por oposición a los “otros” (nosotros contra ellos). Esto sugiere que la cohesión social generada por una amenaza externa es un viejo y fuerte paradigma. Del mismo modo, las ecoaldeas han sido conocidas anteriormente por una especie de “contracultura”, que en realidad no ha sido la intención, sino el resultado de representar un papel desconocido. Este paradigma necesita ser superado para crear las condiciones proactivas, abiertas e inclusivas donde la identidad colectiva se define por la familiaridad interior. Familiaridad no significa uniformidad; En las comunidades sanas las personas prosperan en su singularidad.

Utilizando una analogía biológica: la identidad de un grupo es similar a la identidad de una célula viva. Dentro de la célula hay muchos “orgánulos” que realizan funciones individuales específicas mientras que, colectivamente, realizan una función de articulación mayor, dependiendo del órgano o tejido al que pertenezca la célula. La célula se define por su membrana, a través de la cual obtiene energía, nutrientes y se comunica con otras células.

Para un grupo, la identidad central está habitualmente enmarcada en visión, misión y objetivos, que expresan la esencia de sus funciones. Idealmente, la visión, la misión y los objetivos se definen al principio del proceso de creación del grupo y se revisan periódicamente para ver si todavía reflejan la identidad central del grupo. Una identidad clara atrae a nuevos miembros, ya que reconocen que el grupo es auténtico, digno de confianza; Y ellos fácilmente ven donde encajarían y cómo su función apoyaría la función del todo. Una identidad poco clara obliga al grupo a trazar una línea artificial y mecanicista entre los que están dentro y los que están fuera; Las funciones de los “orgánulos” siguen siendo indefinidas. Los grupos con identidad poco clara tienden a tener dificultades para atraer a nuevos y mantener a los miembros existentes, con fricciones, confusiones y conflictos que ocurren con frecuencia.

¿Cómo se unirán las nuevas personas? ¿Qué tipo de personas serán atraídas por un proyecto específico y por qué? ¿Cuántos nuevos miembros puede aceptar el grupo y a qué ritmo? Estas preguntas surgen en cada proyecto de grupo y encontrar buenas respuestas no es fácil. Una buena dosis de realismo ayuda.
Los grupos con identidad clara serán conscientes de sus fortalezas y debilidades, posibilidades y limitaciones. No crearán una imagen idealizada e irreal, atrayendo así a los recién llegados que están en “las nubes”: con expectativas excesivamente altas tanto en términos de necesidades materiales (alimentación, vivienda, trabajo, salud, etc.), como más sutiles; necesidades psicológicas y sociales. Estas necesidades sutiles suelen estar más ocultas y son difíciles de detectar en un principio. Los recién llegados pueden traer el estrés a un grupo, cuando sus viejos patrones de comportamiento, dependencias, peculiaridades mentales y emocionales se hacen evidentes. Sería ingenuidad asumir que cualquier problema personal puede ser tratado y resuelto, o que cualquier persona puede unirse al proyecto en cualquier momento.

Como se muestra en el capítulo anterior, cada individuo trae al grupo un “recorrido” personal: experiencias, emociones, talentos, hábitos, caprichos, problemas, etc.
Esto no sólo influye en el grupo como un todo, sino que influye en la vida individual de otros miembros, especialmente si el grupo es pequeño (menos de 20 miembros).

Sin embargo, hay algo sanador en las comunidades. No es de extrañar que a menudo atraigan a personas que realmente necesitan curación. Si no se presta atención a esto, una persona psicológicamente exigente puede traer mucha perturbación a un grupo. No es la función de la comunidad tratar las heridas psicológicas de las personas. A no ser que esta sea la misión y objetivos de un grupo (grupo terapéutico); para lo cual necesitará una gran estabilidad e invertir tiempo y energía . Los grupos jóvenes pueden reconocer el dolor y el sufrimiento, pero aún así rehusar la pertenencia a la persona nueva, psicológicamente inestable, para evitar el riesgo de que este miembro agote la energía del grupo.

Por otro lado, ser excesivamente protector y conservador puede dañar al grupo y privarle del necesario y sano relevo de personas y energía, hasta el punto de asfixiarlo. Hemos de ser conscientes de que las membranas de las células son de hecho permeables, pero también son selectivas!

En proyectos de grupo donde las personas principalmente trabajan juntas, el procedimiento para aceptar a nuevos miembros puede ser relativamente simple. Pero en comunidades donde se comparte más, es inteligente dedicar atención a la creación de un protocolo detallado de integración de nuevos miembros. Por ejemplo, el protocolo puede definir un periodo de prueba en el que el grupo puede conocer al nuevo miembro, y el miembro puede conocer al grupo (su cultura, sus acuerdos, etc.). Durante este periodo es fácil para el miembro salir y para el grupo romper el acuerdo de membresía si aparecen motivos en cualquiera de los dos lados. En un periodo de prueba al nuevo miembro se le puede pedir que observe, que haga preguntas, y que encuentre una manera para integrarse en el grupo. Después de cierto tiempo, el miembro obtiene el derecho de participar en los procesos de toma de decisiones expresando sus pensamientos, puntos de vista y opiniones. La participación en la toma de decisiones es el paso final del periodo de prueba, cuando el grupo y el nuevo miembro se han conocido el uno al otro y se han alineado más a fondo. La mentoría de un miembro senior (con experiencia) puede ser de ayuda en este proceso. Un proceso gradual, de entrada paso a paso da una sensación de seguridad tanto al nuevo miembro como a la comunidad. También protege a una comunidad intima y cercana del riesgo de convertirse en demasiado cerrada. Idealmente, el mismo proceso debería aplicarse a todos los candidatos por igual, incluso a familiares de miembros existentes.

Esto nos lleva a explorar derechos y responsabilidades en un grupo. El nuevo miembro suele aceptar ambos derechos y responsabilidades de buen gana y puede comprometerse con ellos si están – de nuevo – claramente formulados, equilibrando el dar y recibir. Los compromisos con el  grupo necesitan ser válidos para un periodo de tiempo definido después del cual pueden reformularse . En cuanto a elementos más estructurales los proyectos grupales generalmente necesitan procesos de toma de decisiones inclusivos que valoren igualmente las responsabilidades y la libertad de todos los miembros.

En todas las situaciones claridad y transparencia fomentan una duradera y auténtica confianza. Esto se aplica tanto a las  relaciones individuales (confiando el uno en el otro) como al grupo como unidad (confiando en la comunidad). Sistemas de feedback efectivos pueden hacer magia en el grupo, construyendo la confianza, autenticidad y responsabilidad necesarias para la consciencia de la identidad grupal.

En los grupos la tentación de abusar del propio poder, puede surgir rápidamente . Por esto las cuestiones de rango, roles y arquetipos son otro aspecto más del que ser conscientes. No importa nuestra altura media, siempre habrá alguien  más alto o más bajo . De la misma manera siempre habrá el más extrovertido y el más tímido. Es  difícil  evitar esto, pero lo que sí  ayuda es ser consciente de ello y utilizarlo  para apoyar a ambos;  personas y el grupo en su proceso de madurar. Madurar trae un característica muy útil a la vida de la comunidad: la habilidad de no tomar las cosas demasiado personal, ni demasiado en serio.